2024-09-18 22:15:46
Ya desde el martes por la noche y desde buena mañana, centenares de aficionados del Girona fueron llegando a París para ver el estreno del club en la Champions. “No nos lo podíamos perder”, era la sensación general entre bostezo y bostezo pasadas las cuatro de la mañana en el aeropuerto de el Prat . “Hemos estado en Miranda, Ponferrada, Guadalajara, el Prat, Sant Andreu… i tambien teniamos que estar en París”; explican Jordi i Toni Valldeperas que, juntamente con Josep Prieto eran los primeros en embarcar. «No queremos que se nos escape el avión», bromeaban asegurando que si el Girona puntuaba o ganaba ayer irían «a ver un espectáculo al Moulin Rouge»
De toda la demarcación se desplazó afición rojiblanca. De Besalú, de Sant Hilari, de Banyoles, de Amer, de Palafrugell, Palamós, Cassà e incluso de Osona y el Maresme para decir solo algunos de los pueblos de procedencia del millar de aficionados. Grandes y de no tanto. Jóvenes e incluso algunos que todavía tienen que nacer que ya vivieron ayer su primera noche europea desde la panza de su madre. Es el caso del Otger y el Arlet, los hijos gemelos que esperan Marco Masó y Laia Manté que ayer fueron los dos espectadores más pequeños del Parque de los Príncipes. Sus padres, propietarios del restaurante Formaticum y de la tienda Cal Formatges, lo tenían muy claro.
Tanto, que antes de que se hiciera el sorteo y se conociera el rival, ya anunciaron que cerrarían el restaurante y la tienda unos días por vacaciones. «No sabíamos si seria en casa o fuera, pero cuadramos los horarios con el personal para poder vivir este partido», explica Masó socio del Girona desde que tenía cinco años. «Vi jugar Delfí Geli con el Tato Abadía de entrenador cuando en Montilivi éramos apenas trescientas personas». Con cinco meses de embarazo, los dos tenían claro que el de París sería el único desplazamiento que podríamos hacer. «En Milà ya no podremos ir, y por eso venimos A París», decían Masó y Manté, orgullosos que sus hijos «puedan vivir la Champions antes de nacer».
Fiesta en el instituto
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Algo más grandes, pero tampoco tan mucho más, dos hermanos, Mario y Mauro Marín tampoco se quisieron perder el estreno del Girona en Europa. Uno cursa primero de ciclo superior de deportes y el otro, tercero de la ESO. «Cuando salieron las entradas las compramos enseguida y avisamos los profesores que ni hoy ni mañana estaríamos», explica Mario, el hermano grande, que confiesa que algún maestro le ha reconocido «que le gustaría estar aquí también».
La jornada a París empezó bien temprano. La distancia no es ningún problema. Ni el sueño, ni el calor. La afición del Girona no se quiso perder el debut del club en Europa en el Parque de los Príncipes y buena parte se hizo sentir por las calles de París mientras se esperaba la llegada del resto con otros aviones y autobuses.
La Porte de Saint Cloud
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A mediodía, en la zona del mirador de Trocadero, a los pies de la Torre Eiffel, unos dos centenares de aficionados se reunieron para hacerse sentir con cánticos de apoyo al club. La imagen de los seguidores con bufandas y banderas al aire a viva voz con la Torre Eiffel de fondo era, auténticamente, de piel de gallina. El primer encuentro en Trocadero, con todavía algunas instalaciones de los Juegos Olímpicos que se estan desmontando, fue un pequeño aperitivo de lo que pasaría por la tarde. A las seis pasadas, la Porte de Saint Cloud se convirtió en un pequeño Montilivi cuando se encontraron todos los hinchas del equipo.
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Allí, bajo la batuta de la Jovent Gironí, el millar de seguidores rojiblancos multiplicaron sonoramente el pasacalle del mediodía para desplazarse juntos hacia el interior del estadio. Eso sí, escoltados y acompañados por la gendarmerie mientras lanzaban petardos, algún bote de humo y sobre todo, cánticos. El momento, seguramente, más emocionante del día antes de que empezara a sonar el himno de la Champions League dentro del recinto. Porque si afuera ya había lágrimas de emoción de muchos aficionados que se frotaban los ojos por estar donde estaban, con la música se multiplicó. Solo faltaría. Estaba más que justificado, pasara lo que pasara al terreno de juego.
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